Castilla:

Brindo este canto a tus bravas regiones y esos ámbitos que parecen dormir de apagamiento, pero palpitan sin mostrarnos su sed ni el callado velar de sus cañones.

Castilla:
Tienes un severo aire de anticipo, un resuelto gesto de promesa. un ala de presagio te cubre y te señala, como una decisión que bulle por lo bajo, que martilla y martilla, impertérrita, firme por la fundante química del alma.

Tal vez, en secreto, con tiento se prepara un nuevo despertar de lozanos aceros, de brío, de horizonte, de desbroce y de senda, de brotes de un albor que crece y se renueva.Soplan sobre la piel ligera de los días los aires del despeje, del dorado despunte, la fértil armonía, las semillas del sueño que germinan de luz.

Castilla:

Desangrada, maltrecha y arrogante, después de derramar tu sangre por el mundo, verdecen continentes y destinos.
Los fuegos contenidos que hay bajo tus heridas arden desde un pasado con silente ignición, como llama indeleble de lo que no se quiebra, de lo que nunca cede al furor oponente.

Hoy pareces dormida y sin embargo, aguardas, con serena grandeza.

Pulsan en tus entrañas las brasas de ansiedad Indómita y bravía.

¡Mirad allá lejos!
Entre el polvo y el duro tañido del acero, montado  en  su  corcel, el  Cid  cabalga transponiendo la urdiembre del  silencio, del  guerrero, la  sepultada  voz  restalla, multiplica   sus   ecos    y   persiste,    se expande como grito libertario  por  todas las Españas y en el mundo.

Desde   resecas   y   lejanas   tierras,
Entre  densas  nieblas  de  distancia,
de      raída   y   esplendente    figura
desfaciendo    entuertos    y    apatía,
el   Quijote,   imperturbable,   avanza.

 

Castellanos:

Labradores, guerreros y poetas, pastores, artistas, pensadores, hombres del valle y de la sierra, castellanos de entonces y de siempre se yerguen y se acercan con el paso cierto y bien medido desde austeras comarcas, desde el polvo y la historia vuelven con el recuerdo; desmalezan caminos destituyendo sombras, desanudan la inercia de rasgo displicente, despiertan campanas y sones de proeza.

Castilla:
Por sobre los muros que se te contraponen plantas tus oriflamas en el tiempo porque la viva llama de la gesta sigue encendiendo la tea de los sueños y no importa el castillo derruido la yerma soledad, la helada sombra, la huraña geografía y las edades que inhumaron glorias de otro tiempo.

Castilla está de pie entre las ruinas nutriéndose del pulso del silencio, de alcores y de cielo, de la tierra y del pueblo de insondables vertientes de epopeya y grandeza.

Pero todo lo dicho, sin embargo, no alcanza, no alcanza la palabra ni el poema, no alcanza el símbolo ni el bronce, no abarca al sol de mayo irrefrenable, que hace arder las entrañas de la raza.

Castilla:
Forjaste tus cimientos desde el alma; buscas lo inmensurable, la posible quimera; buscas en cada evento de tu andar la clave del reencuentro y los enlaces y nada ha de frustrarse en tu designio.

Pasarán los hombres y los tiempos, pasarán las eras y ambiciones, mudará la geografía del planeta; pero la llama inescrutable del origen, a su tiempo incendiará la tierra.

Asomará el alma castellana con dientes y palomas, con preseas y escalas indecibles, con su fervor de cima y de infinito, con el ímpetu del águila española.

El autor de esta poesía “Castilla”, fue el Dr. Francisco José Millán, destacado poeta, escritor y abogado santafesino.

Fue Miembro de la Asociación Santafesina de Escritores y conferencista sobre el tema en diversos centros académicos.

Participó en diferentes Cafés Literarios “Andar en palabras” y en la Feria del Libro de nuestra ciudad.

Fue  jurado en concursos literarios que se realizaron en Santa Fe y otras ciudades del país.

Socio Activo y gran colaborador de la Comunidad Castellana de Santa Fe.

Su poesía Castilla fue elegida por esta Comunidad como canción representativa.

Falleció en Santa Fe el 02/12/2017.