PROYECTO DE RESOLUCIÓN
Artículo 1º.- Declárese de Interés Cultural de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el “Mes de Castilla y León en Buenos Aires” en el que se conmemora el “23 de Abril” de cada año, con exposiciones y actos culturales en la Casa de Cultura Porteña el “Día de Castilla y León.
Art. 2º.- Comuníquese.
FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Me dirijo a usted y por su intermedio al Cuerpo que preside, a fin de poner en consideración el Proyecto de resolución por el que se declara de interés cultural de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires al “Mes de Castilla y León en Buenos Aires”.
La huella indisoluble de la Ciudad de Buenos Aires en Castilla y León
La emigración es un hecho absolutamente clave para Castilla y León por su incidencia demográfica, económica y social.
Clave por lo que significó en el pasado reciente de esta Comunidad y clave por cómo ha determinado nuestro presente y condicionará nuestro futuro.
Como en tantas otras comunidades autónomas españolas, en Castilla y León el fenómeno de la emigración no fue estudiado durante largo tiempo cómo su importancia y trascendencia merecían.
En cambio, durante la última década esa deuda se ha saldado tanto desde la Junta de Castilla y León, gracias a su Dirección General de Políticas Migratorias y Cooperación al Desarrollo y su Fundación Cooperación y Ciudadanía, como desde la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) de Zamora, la fructífera colaboración entre ambas entidades ha posibilitado, por ejemplo, el montaje e itinerancia de la exposición “Memorias de un sueño”, que llegará el próximo mes de marzo a Buenos Aires.
La huella indisoluble de Castilla y León está diariamente presente en la Ciudad de Buenos Aires.
Los burgaleses se sienten tan orgullosos de Juan de Garay y de su monumento, como del primero de los hijos de Vivar, Rodrigo Díaz, El Cid, quien, lejos de destierros, también forman parte del perfil urbano de Buenos Aires, bajo cuyo cielo se levanta orgullosa su estatua.
En este sentido, el transcurrir de los años prueban día y noche cómo la ciudad que fundó y la gran capital que soñó es hoy una realidad junto al río de La Plata, tan evocador para toda la cultura hispánica y para las letras castellanas y leonesas.
Pero más allá de las palabras y de la prosa, de sentimientos nobles y verdaderos, la intensa huella castellana y leonesa en Buenos Aires es tan viva como la amplia comunidad de castellanos y leoneses, más de 30.000, que han hecho de Argentina su patria sin renunciar a sus raíces.
La misma Comunidad Autónoma de Castilla y León que en 2010 presidió los actos con motivo del Día de la Hispanidad en Argentina y nuestro embajador en este país hermano, Rafael Estrella, destacó cómo el camino emprendido durante la última década por Castilla y León con sus emigrantes en Argentina es el modelo y el ejemplo que le gustaría que siguieran el resto de comunidades españolas.
Los castellanos y leoneses en Argentina han consolidado durante décadas de tesón, dedicación y esfuerzo una de las empresas más perdurables de la emigración en América que es, precisamente, el amplio tejido asociativo de las casas y centros regionales y provinciales.
Tejido asociativo que, también en Castilla y León, ha abierto los ojos a un gran país, Argentina, a su inagotable capital, la ciudad de Buenos Aires, y a la verdadera dimensión y significado de la emigración castellana y leonesa.
Porque, a diez mil kilómetros de distancia de las tierras castellanas y leonesas, de las Catedrales de León y Burgos, de la Plaza Mayor de Salamanca, de la muralla de Ávila, de la Semana Santa zamorana o del acueducto de Segovia adquiere verdadero sentido todo lo que nos enlaza desde generaciones, unidos a la tierra como por un cordón umbilical.
El fenómeno de la emigración vincula en Castilla y León como ninguna otra sangre y tierra. Y lleva, inevitablemente, al reencuentro, a compartir emociones comunes y también a compartir nuestra suerte.
Ése fue el objetivo de la presentación, el pasado mes de octubre en Buenos Aires, del libro “Corazón de Cinco Esquinas”, que, con el verbo de más de treinta autores porteños y castellanos y leoneses, recuperó historias y vidas en el año, 2010, del Bicentenario de la Revolución de mayo. Cinco esquinas del planeta en una sola ciudad, la ciudad de Buenos Aires que se nutrió de gentes llegadas desde muchos lugares del mundo, que acogió a los diferentes y ganó con ello. Alimentándose de esa sangre que hizo crecer sus barrios. Un corazón producto del mestizaje.
Más de treinta autores escribiendo en español sobre un recuerdo que ya es Historia: Nuestra emigración. Y lo hicieron mestizando géneros y tiempos, perspectivas y sentimientos para narrar un viaje repetido y cíclico. Un viaje de ida y vuelta porque la migración es una corriente perpetua.
Una iniciativa cultural que recuperó la memoria colectiva de hombres y mujeres que no salieron en busca de un destino sin más. Ellos buscaban su propio destino, y muchos lo encontraron aquí, en la ciudad de Buenos Aires, donde, antes que en Castilla y León.
La misma capital de la que Miguel de Unamuno, el vasco de Salamanca, escribió en El Sol de Buenos Aires el 23 de abril de 1889: “Ahí, ahí es donde se podrá estudiar sociología, en esa sociedad que se está organizando con inmigrantes de todas las viejas castas europeas.
Y ahí, donde aun quedará algo de tierra libre, es donde mejor puede estudiarse el proceso económico”.
Argentina y, especialmente, la ciudad de Buenos Aires explica buena parte del pasado, presente y futuro de Castilla y León.
En Castilla y León se sienten orgullosos de que los paisanos porteños se hayan adaptado a su nueva realidad y a un nuevo país, al que aman, pero sin que esa lealtad haya significado renunciar a sus raíces; amor que han transmitido también a las nuevas generaciones. La llama que encendieron los pioneros que llegaron al Hotel de Inmigrantes nunca se apaga gracias a nuestra comunidad porteña.
Y siguen escribiendo nuestra Historia, aunque sea a 10.000 kilómetros de distancia, con personalidades como Pedro Bello, leonés de cuna y argentino de adopción y convicción, que preside la Federación de Sociedades Españolas. Un castellano y leonés que es un patrimonio común de ambos pueblos, al igual que Julia Hernando, burgalesa, como el fundador Juan de Garay, y presidenta de la Federación de Sociedades Castellanas y Leonesas de Argentina.
En personas como Pedro Bello y Julia Hernando y en las miles a las que representan recae diariamente la enorme responsabilidad de mantener vivas las raíces. Y no hay carga más importante que el peso de la Historia que iniciaron miles de familias castellanas y leonesas cuando se lanzaron a la aventura colectiva de cruzar todo un océano y desembarcaron en esta Babel del Plata para labrarse un destino a base de mucho sudor y contribuyendo a la creación de uno de los países más jóvenes de América. Un país siempre llamado a grandes metas.
Porque el corazón de las comunidades que se han visto forzadas a la emigración, como es el caso de Castilla y León, nace incompleto. Sólo el contacto personal con esta otra parte de España aporta la mitad que falta.
Jorge Luís Borges decía que “Dios permite a los hombres soñar cosas que son ciertas”. Sólo leyendo al sabio de Buenos Aires es posible comprender los viajes de los castellanos y leoneses que llegan a Buenos Aires. Explicar que vuelan a más de 10.000 kilómetros pero, a cada kilómetro que se distancian de sus localidades natales, se acercan paradójicamente a casa. A su segunda casa, como es la ciudad de Buenos Aires.
Y Buenos Aires fue y sigue siendo para Castilla y León una madre de acogida a la que es obligado honrar siempre. Por este motivo, los castellanos y leoneses que emprenden el camino hacia esta urbe cosmopolita no tienen la impresión de llegar, sino la de volver porque, como escribía Ortega y Gasset, un español no puede entender la Historia de España si no se ha paseado alguna vez por las calles de México, Santiago o Buenos Aires.
Los castellanos y leoneses no vuelven a Buenos Aires sino que realmente nunca dejan de habitar esta ciudad desde la primera vez que arriban.
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